10 de octubre de 2010

Tres cuentos y una vida

Cada persona representa un mundo entero de nosotros, un mundo que tal vez no 
habría nacido si no lo hubiéramos conocido (Anaïs Nin).
Tres cuentos y una vida (Para Juli, Javier y Ramón)
En Junio nos juntamos los/as que hace 25 años dejamos Maristas, llenos de ilusión
(¡¡y ganas de salir de ahí…!!) dispuestos a empezar una nueva etapa. Ese día
(soy cotilla porque el mundo me ha hecho así) supe a qué habíamos acabado
dedicándonos muchos de nosotros/as,… 
Era curioso ver las diferentes profesiones (ingeniero, policía, ama de casa, abogado, 
periodista, dentista,….) y destinos (Pamplona, Madrid, Barcelona, Chile, Londres, Canadá,…) que cada uno por decisión, inercia, comodidad, amor (donde mandó la novia¡) o, por el siempre caprichoso azar del destino, habíamos creído elegir. 
Este Lunes con Sol va dedicado a Juli Urdíroz y Javier Rocafort y aquellos que sin yo saberlo 
hayan optado - porque ellos, con coraje, sí han elegido-, por estar detrás de esos momentos únicos y, bromas de la vida, irrepetibles, que son los últimos.
Un cuento (un instante que da sentido a dos vidas):
“Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo”
“Permiso denegado”, replicó el oficial. “No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre 
que probablemente habrá muerto”.
El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió y, una hora más tarde regreso 
mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.
El oficial, furioso, le gritó “¡ya le dije yo que había muerto¡ ¡ahora he perdido a dos hombres¡ 
Dígame, ¿merecía la pena salir más allá para traer un cadáver?”
El soldado, agotado pero sonriendo, moribundo pero orgulloso, respondió: !Claro que sí, señor¡ 
Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: “Gracias amigo¡, estaba seguro que vendrías”.
Dos cuentos (el cariño que no conoce apellidos, ni colores, ni banderas):
Un cooperante que se encontraba en misión fue rápidamente enviado a su casa, porque 
su padre se estaba muriendo. Aunque la situación era desesperada, hicieron una excepción porque él era la única familia que tenía su padre.
Cuando entró en la Unidad de Cuidados Intensivos, se sorprendió al comprobar que aquel 
anciano semiinsconsciente y lleno de tubos no era su padre. Alguien había cometido un tremendo error al enviarle a él equivocadamente.
“¿Cuánto tiempo de vida le queda de vida?, le preguntó a la médico.
“Unas cuantas horas a lo sumo. Ha llegado justo a tiempo”.
El cooperante pensó en el hijo de aquel hombre moribundo, que estaría trabajando 
sabe Dios a cuantos kilómetros de allí. Luego pensó que aquel anciano estaría aferrándose a la vida con la única esperanza de poder ver a su hijo una última vez, antes de morir.
Entonces, se decidió: se inclinó hacia el moribundo, tomó una de sus manos y le dijo dulcemente, 
“Papá, estoy aquí, he vuelto”.
El anciano se agarró con fuerza a la mano que se le ofrecía; sus ojos sin vida se abrieron 
para echar un último vistazo a su entorno; una sonrisa de satisfacción iluminó su rostro, y así, permaneció hasta que, al cabo de una hora falleció plácidamente.
Tres cuentos (el amor verdadero fluye como el agua, en una dirección):
Un señor de unos 80 años, tuvo que acudir a un centro de salud. Le atendieron a las 8:30. 
Un tanto nervioso le dijo al médico que necesitaba estar en la residencia de ancianos a las 9 para desayunar con su esposa.
El médico, mientras le curaba, le preguntó por la salud de su mujer. 
“Hace años que padece de Alzheimer” contestó el anciano.
“¡¡Se enfadará con usted si llega tarde¡¡ bromeó el médico con cariño.
“Hace tiempo que no sabe quién soy yo, por lo menos 3 años” respondió tranquilo el buen hombre.
El médico, sorprendido, volvió a preguntarle: ¿Y usted sigue yendo cada mañana?
Sonriendo, el anciano le acarició la mano al médico mientras le decía “Ella no sabe quien soy yo; 
pero yo aún sé quien es ella”.
Emocionado, el médico le despidió mientras pensaba: “este es el amor que quiero para mí”
Una vida (con la oportunidad del adiós compartido, que llena vidas):
Ramón vino a Pamplona. Le costaba hacer esas cuentas mentales que tanto le gustaban. 
Probablemente sería cansancio, cosas de la edad. Un chequeo y a León de vuelta.
El médico diagnosticó lo que nadie deseaba pero temía: un tumor cerebral. Un año con tratamiento.
Así fue. La ciencia a veces no se equivoca. Jarro de agua fría, incredulidad, rabia, dolor, crisis,… …pero no sufrimiento, oportunidad, sí, oportunidad.
Oportunidad para ver que aquel día era el mañana por el que nos preocupábamos 
el día anterior, para ver que teníamos que Vivir (con Mayúscula) todos los días del resto de nuestras vidas, que cada día era siempre y que toda la vida sería cada momento.
Oportunidad de, demostrarle ese año todo lo que le queríamos, de vaciar hasta 
la última gota de cariño, hasta la última palabra de ternura, de vaciar toda nuestra imaginación en bromas llenas de vida, de vaciar hasta la última energía de ilusión, de hacerle ver que no moría, sino que revivía multiplicado por todos los que le conocíamos y queríamos.
A veces, la vida te da la oportunidad para despedirte, 
para decir todo lo que siempre quisiste pero no te atrevías 
cosas sencillas 
te quiero, 
ayúdame,
estás muy guapa. 
gracias,
lo siento,
ven,
.…,
para dar todo lo que no supiste o no te enseñaron a dar 
nada complicado 
un abrazo, 
una flor, 
un email,
un guiño, 
un beso. 
un minuto,
.…
Y eso le da sentido a toda tu vida.
Aunque quizás, sea mejor no esperar tanto para hacerlo.
.
Besos a ellas (en especial para Juli) y a ellos ¿por que no? (en especial para Javier)
dnl

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