15 de junio de 2011

"No pasa nada, no pasa nada¡¡ ¿Verdad papi?"

Me suelo emocionar cuando recuerdo a mi pequeña Paula, con 5 años con las manos levantadas, diciéndome “!No pasa nada, no pasa nada¡” mientras con los ojos miraba los restos del plato con los restos de comida desparramados por el, hasta ese momento, brillante suelo de la cocina. Tras ver mi cara de susto confirmaba “¿a que no pasa nada, papi?”.
Y me emociono por dos razones:
una, porque esos deliciosos años ya pasaron, esa niñita cumple once años hoy y uno se pone tontorrón al recordarlos…
Otra porque todavía hoy sigue tan segura de que no pasa nada si algo le ha salido mal porque estaba intentando hacer algo nuevo (en aquellos años, tratar de llevar con sus inseguras manitas, su plato).  Y eso me enorgullece (no vamos a hacer todo mal los padres, no?).
¿Y por qué cuento esta pequeña historia?" Pues porque he estado leyendo un post de esos que guardo porque me parecen interesantes, me olvido de ellos y un día aparecen.
Se titulaba algo así como “Sé innovador: No te equivoques" O sea, como nos habrán dicho alguna vez nuestros bien amados/as jefes/as  “!!A ver Daniel si para variar (innova), no la lías (te equivocas)¡¡  
Esa, tan habitual orden, suele ser la preferida de muchos de los jefes ante sus gestores de proyectos o técnicos en general. Y claro, ¿Puede un equipo de asumir riesgos y probar cosas nuevas mientras en su cabeza resuena como un eco ese “.. no la lías… no la lías…” y, mientras suena, su nuca parece percibir el aliento del jefe pensándose un (innovador) castigo, ejemplarizante a poder ser?
Va ser que no. Pero el fracaso forma parte del proceso. Muy especialmente ahora en que, utilizando palabras del gran Benedetti “una vez que nos sabíamos las respuestas a las preguntas, vinieron y nos cambiaron las preguntas”.  Ahora en que tenemos que tratar de hacer cosas que nunca habíamos hecho antes, ahora que tenemos que abordar nuevas preguntas.
Si estamos pendientes de ese “a ver si la lías” es muy posible que nos bloqueemos y quememos porque no hay nada peor que acelerar con el freno de mano puesto, de tener ideas, iniciativas y que el jefe pise el freno y te diga "que te vas a saliiiiiir (SEGURO,  SI LO SABRÉ YOOOOOO¡¡) en la siguiente curvaaaaa¡¡¡.
"El fracaso es un mal necesario en la innovación", dice Jerry Manas,  editor de Planview - (y en todo) digo yo que, desafortunadamente no soy como él,  autor del magnífico Napoleon on Project Management: Timeless Lessons in Planning, Execution, and Leadership)-.
También dice que la mejor manera de transformar un concepto en una estrategia de negocio viable que permita a la empresa ser un verdadero líder es reconocer que no todo va a ser un éxito. Y cuando el éxito llegue, tampoco asustarse, entrar en “modo pánico” y dar marcha atrás (QUE YA LA ESTOY LIANDOOOOO).
"El cementerio de empresas está lleno de empresas que nunca arriesgó, que nunca experimentó con nuevas ideas o que nunca tuvo valor para adaptarse al cambio" dice también el amigo Jerry.
Cuando mi Paulita (snif, snif,…) hacía algo nuevo, arriesgado (sí, a veces era realmente arriesgado),… podían ocurrir dos cosas: que lo lograra o que no.
Si no lo lograba, la respuesta era la ya contada al inicio, pero con un matiz: celebrábamos el intento (aunque a veces pensáramos en la que había montado…). ¡Qué bien Paula, qué valiente, cómo te has atrevido, casi lo logras,…!  Su sonrisa y el brillo de sus ojos –que parecían decir: qué bien, casi lo logro, la próxima lo conseguiré- pagaban con creces el trabajo de tener que arreglar el desaguisado después.

Pues, en vez de meterle el paquete al Project manager por una determinada decisión, por un error, un fracaso en algún aspecto,.. no debiéramos ¿CELEBRAR LA VALENTÍA DE HABERLO INTENTADO?
Me he enterado, no sé si será cierto que Tata Sons, la sociedad de cartera principal del Grupo Tata en Mumbai, la India, da premios a fracasos en proyectos, todo ello en un banquete anual de gala.  Si alguien lo conoce y puede confirmarlo, encantado¡ El caso es que estos tipos, que parecen listos a juzgar por el Imperio que han montado, dicen “bobadas” como que  "Celebrar el fracaso es nuestra manera de decirle a la gente que queremos que probar cosas nuevas, y que si se esfuerzan de manera honesta y fracasan, “it’s ok" (traducido al español: “no pasa nada, papi, no pasa nada”).
Es gracioso como, según cuenta el director ejecutivo de la compañía, el primer año solamente hubo 12 candidaturas a tan singular premio pero que el segundo año (viendo que allí no quemaban vivo a nadie) hubo más de 200 solicitudues de equipos de proyecto que se propusieron lograr algo sin éxito a pesar de haber puesto empeño e ilusión (no habiendo hecho “el vaina” como decimos aquí, claro) .
Cuando Paulita hizo del plato de lentejas un “collage” en el suelo de la cocina, tratamos de explicarle porque podía haber ocurrido, le dimos mi plato, se lo colocamos bien en sus regordetas manitas, le explicamos cómo lograrlo y le dimos otra oportunidad (esta vez, sin que ella se diera cuenta, había una mano mágica que se aseguraba que el segundo plato llegara a su destino entero -tampoco era cosa de quedarnos sin vajilla...-)
Pues resulta que el Sr Gopalakrishnan (con apellido tan innovador, cualquiera...), director ejecutivo de Tata, hacía algo parecido. Como parte del proceso de celebración del fracaso, los equipos debían explicar lo que habían tratado de lograr y qué es lo que había salido mal. Las entrevistas se graban, los resultados se publicaban en un libro y se compartían en la web de Tata para "dar la mayor difusión al mensaje de que a pesar de que estos proyectos no tuvieron éxito, no fueron fracasos". Y porque "al compartir estas historias,  esperamos eliminar los miedos que otros pudieran tener respecto a intentar algo nuevo."
Paula, afortunadamente, nunca ha perdido ese espíritu aventurero aunque nos haya costado aceptar que un graffiti de nocilla en nuestra habitación era “pop-art”, que una falda recién comprada recortada con sus tijeritas estaba “a la moda”, que…

snif, snif, snif,… que no pasa nada, no pasa nada
(solamente el tiempo y, a veces, parece que ¡tan rápido!)

5 de junio de 2011

El arte de la felicidad. Dalai Lama, 4ª parte.

Cambio de perspectiva

La capacidad para cambiar de perspectiva puede ser una de las herramientas más efectivas de que disponemos para afrontar los problemas de la vida cotidiana.

Ayuda mucho el ver las cosas desde un punto de vista más amplio, dándonos cuenta, por ejemplo, de que hay muchas personas que han pasado por experiencia similares e incluso peores.

Si se fija la atención intensamente en un problema, éste termina por parecer incontrolable. Pero si se compara con otro de mayor envergadura, entonces parece pequeño y menos abrumador (sobre todo si se escribe o comparte con un amigo).

Una nueva perspectiva del enemigo

Vengarse no es sino crear un círculo vicioso. La otra persona no lo va a aceptar y, entonces, la cadena de venganzas es interminable. El resultado es que ambas partes sufren y la vida se envenena.

El budismo presta mucha atención e las actitudes que adoptamos ante nuestros enemigos o adversarios. Si se aprende a ser paciente y tolerante con los enemigos, todo lo demás resulta mucho más fácil, y la compasión fluye con naturalidad.

Así pues para alguien que practica el crecimiento interior, los enemigos juegan un papel crucial. Y para alcanzar una práctica cabal del amor y la compasión, es indispensable la práctica de la paciencia y la tolerancia. No hay fortaleza similar a la paciencia, no hay peor aflicción que el odio.

Por ello, no debemos ahorrar esfuerzos en erradicar el odio al enemigo y aprovechar el enfrentamiento como una oportunidad para intensificar la práctica de la paciencia y la tolerancia.

De hecho el enemigo es el elemento necesario para practicar la paciencia. Sin su oposición no pueden surgir la paciencia o la tolerancia. Normalmente nuestros amigos no nos ponen a prueba ni nos ofrecen la oportunidad de cultivar la paciencia. Eso es algo que sólo pueden hacer los enemigos.

Así que, desde este punto de vista, debemos considerar a nuestro enemigo un gran maestro y reverenciarlo incluso por habernos  proporcionado esa preciosa oportunidad.

Es la lucha, el proceso de resolver el conflicto con el enemigo, a través del aprendizaje, el examen, el descubrimiento de formas alternativas de afrontar los conflictos, lo que en último término da como resultado el verdadero crecimiento como una terapia acertada.


La importancia del pensamiento flexible

Tratar de examinar los problemas con objetividad multiplicando las perspectivas puede considerarse una manera de formar la mente en la flexibilidad.

Una mente flexible puede ayudar a reconciliarnos con los cambios externos y, también, amortiguar nuestros conflictos internos, inconsistencias y ambivalencias.

El Dalai lama tiene unas convicciones básicas que guían todas sus acciones: la bondad fundamental de todos los seres humanos, el valor de la compasión, la benevolencia y la generosidad, atributos comunes a todas las criaturas vivas.

Puede valer como un sistema de valores que nos ayude a decidir qué objetivos merecen realmente la pena perseguirse y cuáles son irrelevantes.

La cuestión es ¿Cómo podemos mantener de un modo coherente este conjunto de valores fundamentales y ser flexibles al mismo tiempo? El Dalai lama parece haberlo conseguido al reducir su sistema de creencias a unas cuantas verdades fundamentales: 1) soy un ser humano; 2) deseo ser feliz y no sufrir; 3) otros seres humanos como yo también desean ser felices y no quieren sufrir.


Al destacar el terreno que comparte con los demás, en lugar de fijarse en las diferencias, genera un sentimiento de unión que conduce a un mayor acercamiento y comunicación.

CUARTA PARTE: SUPERAR LOS OBSTÁCULOS

Encontrar significado en el sufrimiento

Victor Frankl, psiquiatra judío detenido por los nazis, dijo en cierta ocasión “el hombre está dispuesto y preparado para soportar cualquier sufrimiento siempre y cuando pueda encontrarle un significado. La supervivencia en los campos de exterminio no se apoyaba en la juventud o en la fortaleza física, sino en la forma derivada de hallar un significado en esa horrible experiencia.

Como aconseja un sabio hasídico, cuando un hombre sufre, no debería decir “esto es muy malo” ya que nada de lo que Dios le impone es malo. Pero es correcto exclamar: “esto es amargo” pues entre las medicinas hay algunas que están hechas con hierbas amargas.

M. Luther King dijo que “aquello que no me destruye, me hace más fuerte”.

Aunque el sufrimiento sirva a veces para fortalecernos, en otras ocasiones llega a ser valioso por lo contrario, por ablandarnos, haciéndonos más sensibles. La vulnerabilidad que experimentamos en nuestro sufrimiento suele producir una apertura y profundiza nuestra conexión con los demás.

Hay un aspecto de nuestra experiencia del sufrimiento que es de vital importancia: nos ayuda a desarrollar empatía, lo que nos permite acercarnos a los sentimientos y al sufrimiento de los demás. En este sentido, se puede considerar que tiene un valor. Así pues es probable que cambiemos de actitud y nuestro sufrimiento ya no nos parezca tan terrible.

Producir un cambio

El proceso de cambio

Es importante recordar que algún día ya no estaremos aquí. Se estimula esa conciencia, de modo que cuando se conjunta con el enorme potencial de nuestra existencia surge en nosotros la urgente necesidad de utilizar provechosamente todos los preciosos momentos de nuestra vida.

Para el dalai lama la educación es el primer paso para producir la transformación interna. El siguiente paso hacia el cambio supone generar “decisión y entusiasmo”, la motivación humana, mucho más importante que el talento natural. El esfuerzo es el último factor para el cambio, ligado al entrenamiento, a la creación del hábito.

Cómo afrontar la cólera y el odio

El odio y la cólera se consideran los mayores males debido a que son los principales obstáculos que impiden el desarrollo de la compasión y el altruismo y porque destruyen la virtud y la serenidad mental.

Por ello, es importante cultivar activamente los antídotos contra ellos: la paciencia y la tolerancia. Aprender y reflexionar sobre los efectos beneficiosos de la tolerancia y la paciencia y sobre los efectos destructivos y negativos de la cólera y el odio.

Los sentimientos de cólera y odio surgen de una mente torturada por la insatisfacción y el descontento. Uno puede prepararse con antelación trabajando sistemáticamente para crear satisfacción interior y cultivar la amabilidad y la compasión. Eso produce una tranquilidad de espíritu que por sí misma contribuye a impedir que surja la cólera.


Pero aunque está claro que dar rienda suelta a nuestra cólera no es la respuesta adecuada, tampoco lo es el desdeñarla o fingir que no existe.

Puesto que el nivel de estrés disminuye la capacidad para frenar el acceso de cólera, el primer paso preventivo consiste en cultivar estados mentales de una mayor satisfacción y serenidad.

En nuestra experiencia cotidiana, la tolerancia y la paciencia producen grandes beneficios. Desarrollarlas nos permitirá, por ejemplo, mantener nuestra presencia de ánimo. Si un individuo posee esta capacidad de tolerancia y paciencia, no verá perturbada su serenidad y su paz mental, incluso a pesar de vivir en un ambiente muy tenso, frenético y estresante.

En la mentalidad occidental , cuando alguien nos causa un daño, responder con “paciencia y tolerancia” parece transmitir una impresión de debilidad y de pasividad.

Hay una muy estrecha conexión entre humildad y paciencia. La humildad supone que, teniendo capacidad para adoptar una postura de mayor enfrentamiento, de tomar represalias si se desea, se decida deliberadamente no hacerlo.

Cómo afrontar la ansiedad y aumentar la autoestima

La ansiedad

Si la situación o problema puede remediarse, no hay necesidad de preocuparse. En otras palabras, si existe una solución o forma de salir de la dificultad, no habría necesidad de sentirse abrumado por ella. La acción apropiada, por tanto, es la de buscar su solución.

Es más sensato dedicar la energía a concentrarse en la solución que preocuparse por el problema. Por otro lado, si no hay forma de encontrar una solución, si no hay posibilidad de resolverlo, tampoco sirve de nada preocuparnos por ella, puesto que, de todos modos, tampoco podemos hacer nada. En tal caso, cuanto antes se acepte este hecho, tanto más fáciles serán las cosas.

Lo principal es la motivación, tener una sincera inclinación a ayudar. Entonces uno se limita a hacer las cosas lo mejor que puede y no hay que preocuparse por nada más.

La autoestima

La seguridad en sí mismo procede del hecho de ser honrado y claro con las propias capacidades. qué fácil y qué dificil.

dnl