10 de diciembre de 2010

!!FE NO ME NAAAAAL¡¡ (Con 5 As)

 “Ni siquiera una vida feliz se libra de su parte de oscuridad y la palabra 
felicidad pierde su significado si no se compara con la tristeza. Es mucho mejor aceptar las cosas tal y como vienen con paciencia y ecuanimidad”.  
(Carl Jung)
!!FE  NO  ME  NAAAAAL¡¡ (Con 5 As)
Muéstrame un hombre sano y yo te lo curaré” C. Jung
  Jung.Caricatura
En nuestros tiempos de estudiantes tuvimos una 
secretaria en el Colegio Mayor en Madrid
que siempre que la saludabas como se 
suele saludar, ella contestaba invariablemente con 
un “FE  NO  ME  NAAAAAL” –los espacios entre sílabas y 
las cinco A de la sílaba final están bien, porque era 
así como recalcaba su aparente estado emocional. Ante 
tal desborde de alegría vital, a ti se quedaba una cara d
e infeliz y de inútil por no ser capaz de encontrar 
la fórmula mágica para encontrar –a veces lo 
conseguías- pero sobre todo permanecer en ese estado de éxtasis, en ese 
orgasmo vital permanente.
No era la persona que me llevaría a una isla desierta y a duras penas aguantaría
una cena completa a solas con ella. Pero todo hay que decirlo, tengo cosas que 
agradecerle: tuve la suerte de ser del grupo al que apreciaba mucho –“es que 
eres MA  JÍIIIII SI MOOO, DANIEEEL” "- y a ella debo haber sido monitor de un 
campamento de niños y niñas en Comillas durante dos veranos –y que colara 
a tres buenas amigas de Pamplona como monitoras- que me permitieron ganarme
 los dineritos que fundí en mi viaje de fin de carrera haciendo autostop por toda
 Escocia y en la mejor cafetera que había entonces como regalo para mis padres
 y divertirme como una enano con el resto de monitores y monitoras. 
En aquellos tiempos, teníamos 21 años, eras capaz de acostarte a las 6 de la 
mañana y levantarle para despertar a los diez toritos que tenías asignados a las
 ocho de la mañana y aguantar todo el día haciendo teatro, futbol, manualidades, 
excursiones, no solo sin desfallecer sino sacando energías, Alá sabría de donde, 
para volver a bajar al pueblo por la noche-.
Esta buena mujer estaba, aparentemente, siempre alegre, feliz, encantada 
de conocerse. Estaba de forma agobiante y apabullante, sin descanso, yo diría
 que ciegamente, CON  TEN  TIIIII SI MA. Paralelamente se casó, tuvo una hija
 con uno de mis amigos y luego lo echó de casa –la ley del divorcio es 
tremendamente hembrista- y durante ese no muy largo pero intenso período
 llegué a la conclusión, a lo mejor equivocadamente, de que utilizaba esa 
FE LI CI DAAAAAD como una defensa contra la realidad siempre más compleja
 y llena de matices que le rodeaba y, también, como un arma para arrollar 
y conseguir  que el resto hiciera lo que ella tenía pensado. 
Al mismo tiempo le permitía huir de las malas noticias -en casa las tenía muy
 malas-, las decepciones, la duda e incluso de la más básica introspección. 
Lo que no era capaz de ver era que ese estado, natural o artificial, de felicidad
 y certeza, generaba infelicidad y abandono entre los que le rodeaban.
 
Recuerdo una de esas noches de juerga de monitores a la que se apuntó y 
la canción Los Ronaldos que sonó hizo que la cantáramos todos a coro 
señalándole a ella –que feliz reía sin parar- ”ella es el gurú, ella domina, ella 
dirige los pasos de los que caminan…”. 
No está la felicidad sobrevalorada?
Tu visión se volverá más clara cuando mires en tu corazón.
Quien busca fuera, sueña; quien busca dentro, despierta
C. Jung
A que viene este recuerdo de esta chica. Pues a que uno de los capítulos del libro 
“The way we’re working isn’t working” –realmente debiera titularse “The way 
we’re living isn´t living” porque más que un libro de gestión de empresas es 
un libro de gestión de personas y muy especialmente de la propia- de 
Tony Schwartz habla del optimismo realista.
Como decía C. Jung, donde hay luz, hay oscuridad, nos demos cuenta o no. 
Curiosamente, cuanto más buscamos la felicidad más posibilidades tenemos de 
decepcionarnos. Si no hubiera infelicidad, quién reconocería esos instantes, 
fugaces o no, pero intensos y maravillosos de felicidad. Dice Tony “En el mejor 
de los casos, la felicidad es un lugar que visitar de vez en cuando más que un lugar
 en el que vivir permanentemente” salvo que deseemos “un mundo feliz” como el 
que describía Aldous Huxley en su libro de igual título. Si fuera un estado 
permanente, le pasaría como a todos los estados permanentes, perdería gracia
 y llegaría a ser hasta aburrido (como aburridos están los felices personajes 
de Huxley).
Buscar la felicidad  como un 
estado permanente nos viene de 
nuestra época primitiva, cuando 
todavía andábamos por los árboles 
(algunos, a veces parecemos seguir ahí) 
y nos guiaban dos impulsos básicos: 
evitar el dolor (que en aquellas 
épocas “monas” asociábamos con peligro
y riesgo de convertirnos en almuerzo
de depredador) y buscar gratificación
(palabreja fina para decir placer, 
ya que necesitábamos asegurar nuestra
reproducción y que nuestros genes siguieran 
saltando de rama en rama hasta que 
algún día alguno le diera por bajar 
al suelo y empezar a erguirse.  
Pero curiosamente resulta que el dolor y 
la incomodidad son necesarias para el crecimiento - 
y la capacidad para lograr crecer depende mucho de nuestra capacidad de retrasar 
la gratificación –los niños lo quieren ya, ahora, sin falta ¿o no?; 
por desgracia, muchos mayores también-.
Entonces, dónde está la felicidad? Porque en algún lugar debe estar…
“Sin dolor, no hay consciencia; sin consciencia, 
no hay crecimiento” 
C. Jung (otra vez)
Vivir intensamente vivir comprometidos, inmersos en nuestros retos, nuestras
 ilusiones, con la mente abierta, curiosa y apasionada. Esto, da momentos de 
extremo gusto y momentos de extremos trompazos. “Mais, C’est la vie, 
mon ami(e)”. Dice Schwartz que, “paradójicamente, la felicidad -o mejor la 
satisfacción- es algo que sentimos al echar la vista atrás como un premio a algo que 
hemos conseguido con esfuerzo (y disfrútalo, no se te escape, porque, bromas de 
esta vida, es efímero –nota del traductor librepensador-) Y, entonces, no mucho 
después estamos ansiosos por un nuevo reto que nos mantenga vivos.
Esto me recuerda a algo que leí de Eduardo Punset, abuélico encantador para 
contar cuentos para dormir –dice cosas interesantes pero de forma tan 
aburrida….- en un libro que me regaló mi amiga Olga –ella también fue monitora
 con la chica FE NO ME NAAAAAL-. Decía que los humanos - animálicos bípedos 
que somos- somos como su perra que cuando realmente disfruta es cuando le
 engaña con el hueso, lo busca, lo atrapa y se lo come; y una vez comido, vuelve
 a un estado de reposo. 
A mí me pasa igual - no porque ladre ni coma huesos ni mucho menos me 
entretenga Punset (con un hueso)- sino porque cuando me lo paso bien es 
cuando preparo estos amagos de escritos, busco citas o párrafos en libros que
 tengo, miro en Internet cosas que puedan darme pistas, se me ocurren bobadas,…
 cuando estoy escribiendo –ahora por ejemplo, estoy entretenido como la perra de 
Punset buscando el hueso, me falta decir “Guau, Guau”-. Es muy muy clarito.
estos y otros instantes es cuando uno debe estar atento porque como el brillo
 de Campanilla, aparece la chispa de la felicidad, a veces como una estrella fugaz,
 y si la percibimos la disfrutamos en el momento y al recordarla cuando pasó.
Mi, ya casi íntimo amigo Tony, compara lo que acabo de decir con los 
entrenamientos (pero 
se puede aplicar, sin volvernos unos 
masoquistas y pasarnos al cilicio, a 
nuestras vidas. “El dolor forma parte del paisaje. 
No podemos crecer sin dolor, sin tensión. Piensa en 
los entrenamientos de los deportistas. Llevan sus 
bíceps y sus triceps más allá de su zona de confort, 
hasta quedar exhaustos. Es difícil, incluso doloroso
a corto plazo, pero el resultado final es que te vuelves 
más fuerte, lo que es satisfactorio… … cualquier
persona que haya alcanzado la excelencia en su 
campo –música, deporte, literatura, investigación
(educar hijos, llevar una vida de pareja, 
trabajar a secas –nota del listillo del traductor-), dirá que la clave para ser 
mejor es invariablemente la práctica (decía Picasso que la inspiración siempre la 
pillaba trabajando –otra vez el listillo-). Pero también dicen que es la actividad
más difícil y que menos se disfruta.”
Me imagino que Tony Schwartz, yo seguro que no, otros no sé,… no es un 
enamorado del  sufrimiento porque sí, o de la depresión o de la desesperación. 
Son estados desagradables. Cuando los sufrimos, la pasamos mal y lo pasa mal 
quien está junto a nosotros (y nos quiere). Ni todo es FE NO ME NAAAAAL ni 
todo es “el valle de lágrimas” que nos hacían rezar en el colegio. Ni podemos 
elegir entre ambos. Lo que sí podemos hacer es aprender a aceptarlos tal y
 como vienen. Cuenta en T. Schwartz en su libro el testimonio de un soldado 
que sufrió cautiverio y fue torturado en un campo de prisioneros de Vietnam
 que “se salvo gracias a su capacidad para pasar del optimismo al pesimismo, sin
 confundir nunca tu fe en que saldría de allí con la disciplina para confrontar los 
hechos más brutales del día a día, cualesquiera que fueran”. 
Victor Frankl en “El Sentido de la vida”-libro más recomendable que “el del
 pijama a rayas” y 
otros libros que se recrean en la estética del dolor y saben que, como hemos
dicho, a nosotros también nos va la marcha (me excuso por mi vehemencia, pero 
es lo que pienso)- nos lo cuenta muy bien y clarito. Pero no es un best-seller.            
    
Resumiendo, realismo positivo u optimismo realista 
con una ayudita de Jorge Drexler
“Un sistema inmunológico sano lucha por buscar un equilibrio
 que nos permita 
sentirnos suficientemente bien para vivir pero suficientemente mal 
para hacer algo al respecto”.
D. Gilbert (Stumbling on Happiness)
Como dice esta preciosa cita, ni vivir amargados dándonos un extra de cilicio 
todas las mañanas ni vivir FE NO ME NAAAAAL en una nube ficticia de felicidad
 y de autoengaño que es como ir con los ojos cerrados y, tarde o temprano, te la 
pegarás.
 
Para acabar os cuento lo que la señora que más debe saber de esto, Sandra
 Schneider, dice sobre lo que en definitiva, parece que deberíamos buscar: 
vivir en un optimismo realista:
“…el optimismo realista es el que acepta la realidad de la situación actual y 
busca en ellas un sentido satisfactorio… 
… implica ser benévolo en la evaluación de nuestro pasado, aceptar y 
disfrutar activamente los aspectos positivos de nuestro presente y de forma 
permanente buscar nuevos retos y oportunidades para el futuro…
… cada uno de nosotros podemos considerarnos una parte activa en la 
calidad de nuestras experiencias con un control al menos parcial sobre las
 cosas buenas que pueden pasar (las malas vienen solas, no hace falta 
llamarlas.- nota del franco-escritor-)”.
¿Cómo? Pues utilizando los símiles de vuestro espero que ya 
amigo Tony Schwartz:
“las lentes reflectantes que implican hacernos dos preguntas (ante un 
acontecimiento externo que nos duele) ¿Qué ha ocurrido realmente? ¿Qué 
película me he hecho con los puros hechos ocurridos?...
… las lentes inversas que implican tratar de ver la situación desde el 
punto de vista del otro y preguntarnos ¿qué estará sintiendo? ¿Porqué otra
 razón puede estar actuando así?...   …las lentes de lejos que te permitan ver 
más allá del momento actual” para que pensemos 
que lo malo igual que lo bueno también se pasa. Pero mejor lo dice (canta)

Con el anhelo dirigido hacia ti
yo estaba sólo, en un rincón del café
cuando de pronto oí unas alas batir,
como si un peso comenzara a ceder,
se va,
se va,
se fue…
Tal vez fue algo de la puesta de sol,
o algún efecto secundario del té,
pero lo cierto es que la pena voló
y no importó ya ni siquiera porqué, 
se va,
se va,
se fue…
Algunas veces, mejor no preguntar,
por una vez que algo sale bien,
si todo empieza y todo tiene un final,
hay que pensar que la tristeza también
Y, ahora sí, para terminar, una confesión, yo me quedo con las personas 
que tienen la capacidad y la valentía para luchar con las complejidades y las contradicciones
 de cada día que con los que o no las ven o no las quieren ver y siempre les va…
 ¡¡FE NO ME NAAAAAL!! –importante, os habréis fijado que en NAAAAAL, siempre hay 5 As-. 
La relación con ellas y mi relación conmigo –siempre tormentosa…- son más ricas y 
más nutritivas. Expresando alegría, saboreando los momentos dulces y disfrutando de
 la vida pero también sintiendo las decepciones, las tristezas, nuestras limitaciones y nunca
 estancándome en la FE LI CI DAAAAAD. 
Se me olvidaba, ¡la tarea de la semana es…¡
Disfrutar de lo bueno, aceptar lo menos bueno y si veis alguien FE NO ME NAAAAAL, 
aceptarle, que también busca lo mismo que tú y que yo. 
Y acabamos con una cita de… ….. ¿quién si no?
“Where love reigns, there is no will to power; and where the will to power is the most paramount,
 love is lacking. The one is but the shadow of the other.”
(Donde reina el amor, no hay deseos de poder. Y donde el deseo de poder es primordial,
 falta el amor. El uno no es sino la sombra del otro
C. Jung

19 de noviembre de 2010

¡!Partidazo de Champions: Amígdalas contra lóbulos centrales¡¡

 
Esto que sigue es una versión muy libre muy libre de lo leído, (mal) entendido, imaginado, corregido, (mal) traducido, deformado y humorizado de un capítulo del libro “The way we’re are working is not working” de Tony Schwartz, que es muy interesante pero aburridito –este último adjetivo es fruto de mi envidia hacia este personaje capaz de escribir un libros tan interesantes y vivir de ello-.
Me pareció tan apasionante lo que contaba y tal útil lo que indicaba que pensé en compartirlo con vosotros/as pero dándole un poco de humor para que fuera más digerible. Lo del humor es relativo y le resultado puede ser que el mensaje no quede claro y encima no haya hecho gracia. ¡Pero hay que arriesgarse¡
Así este Lunes con Sol, podemos ponernos como tarea hacer un partido entre nuestras amígdalas y nuestro lóbulo central y ver, al final de la semana, quien gana. Ojalá sea éste último (pero esta bajo de forma, mal entrenado y probablemente tendremos que mandarle a Mourinho, a ver si lo recupera).
 ¿Qué tienen que ver las amígdalas y el lóbulo central de nuestro cerebro –partimos de la hipótesis, en ocasiones aventurada, de que lo tengamos- con todo esto? 
Todo a su tiempo… 

¿por qué no hay periódicos de noticias positivas?
Un disparador es una situación, un comportamiento o una circunstancia que da rienda suelta a emociones negativas y nos impulsa a enfrentarnos o huir – los comportamientos más básicos, o te doy o corro para que no me des- Los experimentamos todos los días, en cualquier lugar. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos “siendo disparados”. Un hecho tras otro nos sacan (o no) de nuestras casillas y nos generan  (o no) impaciencia, miedo, frustración o ira.
Aunque el disparador puede también ser positivo -puede “dispararnos” una bella puesta de sol, un cumplido inesperado, un recuerdo feliz, una sonrisa de felicidad de un ser querido,…- estamos biológicamente diseñados para detectar situaciones y sentimientos de peligro. El resultado: que somos más conscientes de lo que va mal en nuestra vida que lo que va bien. ¡Manda H….¡ (F. Trillo, ExPresidente del Congreso). 
 
(PARÉNTESIS INCISO-CONTUSO: Ved que ya pongo ExPresidente y no Ex – Presidente ya que he incorporado las nuevas tonterías que los excelsos miembros (y miembras) de la Real Academia de la Lengua han parido estas últimas semanas. 
Me pregunto, ¿Qué cobrará un miembro de la Real Academia de la Lengua- entre ellos el tan crítico para otras cosas Pérez Reverte- por reunirse y sesudamente discutir si la “y griega” debe llamarse así o llamarse “ye” o si hay que quitarle el guión al Ex –Presidente cuando todos sabemos que lo que hay que quitarle es el sueldazo vitalicio con o sin guión?
¿Cobrarán horas extras por decidir si aprueba por “quórum” o “cuorum” el “guión” ahora “guion” de la película que se han montado para cobrar un sobresueldo? Su lema “Limpia, Brilla y da Esplendor” (nos sale caro sacarle brillo…)
Menos más que no son crueles y en un alarde de magnanimidad, deciden no tildar el adverbio solo “pero no condenarán su uso si alguien quiere utilizar la tilde". Me embarga tal generosidad… “Se me” saltan las lágrimas. ¿Cuál sería el castigo? ¿Leerme el Diccionario de la RAE mientras escucho “Torito Bravo” de El Fary hasta que lo acabe?
Y ahora, cuando diga que “voy solo al cine”, ¿tendré que aclarar si es que es lo único que hago en esta vida –ya me gustaría- o que simplemente no voy acompañado? 
Lo siento pero las instituciones en formol ¡me pueden¡ ¡!Me hacen saltar las amígdalas¡¡ –lo que hace que acuerde que iba a hablar de ellas- CIERRO PARÉNTESIS)  
 
 
Estábamos con que biológicamente estamos diseñados para ver antes y mejor lo que va mal en nuestra vida que lo que va bien –y por eso nos va la marcha y las noticias malas nos hacen mantener la atención mientras que cuando cuentan que algo va bien hacemos zapping para ver otra cadena con peores noticias-. Un tal Roy Baumeister en un libro titulado “Lo malo es más fuerte que lo bueno” le resume así:
 
las emociones negativas, los malos padres y los comentarios negativos tienen más impacto que los buenos, y la información negativa la procesamos más rápidamente que la buena (noticias positivas para qué). Nuestro ser está más motivado a evitar auto-definiciones negativas que buscar las positivas. Las malas impresiones y los estereotipos negativos se forman mucho antes y resisten más que los buenos (la confianza se gana en años y se pierde en un día, dicen).


Este fenómeno se llama “tendencia negativa” (si quieres quedar bien en la cena de navidad dí “negative bias” y serás la envidia de los cuñados y cuñadas). Dice que “Hay numerosos estudios que demuestran que perder algo nos hace mucho más infelices que lo felices que nos hace conseguir esa misma cosa (no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, verdad?).
Animalitos somos y, por tanto, tenemos que sobrevivir por lo que necesitamos prestar más atención a los posibles resultados o situaciones negativas que a las positivas. Aunque hace miles de años que no vivimos ya en la selva, con continuas amenazas a nuestra supervivencia, todavía estamos sintonizados para percibir los peligros que acechan a nuestro bienestar diario.
 

¡¡¡Si es que tengo un pronto!!!
 
Bueno, os presento: aquí la amigdala, aquí unos amigos/as. La amígdala es nuestro sistema de alerta básico -esto nos lo debieron explicar en el colegio pero debí estar atento- y, cuando es estimulada eléctricamente, los animales (los “racionales” también) respondemos con agresividad. Nosotros no nos libramos. Curiosamente cuando a un animal se les estirpa se vuelve muy dócil e indiferente a estímulos que podrían de otra manera haberles causado miedo e incluso respuestas sexuales (entonces una amigdalitis te debe poner como una moto, digo yo, que no soy experto neurocirujano…).


El caso es que cuando alguien nos toca las narices, la amígdala, más rápida que un rayo reacciona antes de que nuestro lóbulo central tenga tiempo para evaluar si es para ponerse así. No os lo he presentado¡ aquí, el lóbulo central, aquí unos amigos/as. Este pobre, es lentico pero muy sensato, de hecho en él se encuentra una especie de reloj que nos mantiene en el presente y que nos ayuda a evaluar correctamente situaciones momentáneas. Curiosamente si se daña, se pierde la posibilidad de recordar (si supiera en qué parte del lóbulo las tengo, algunas cosas ya me gustaría olvidarlas… pero mejor no tocar nada).
Pero claro la amígdala es una lince y antes de que el lóbulo se entere, ya ha mandado una señal al tronco del encéfalo, que no es ninguna especie arbórea sino algo que tenemos en el cogote, y que, obediente (¡buena es la amigdala¡), en una fracción de segundo manda hormonas del estrés al flujo sanguíneo, para prepararnos frente al ataque externo. El lóbulo, pánfilo él, para cuando se entera…., va actuando poco a poco y el nivel de hormonas de defensa en la sangre va reduciéndose como reduciéndose va nuestro sofoco.
Y ante este “ataque” -como al pobre lóbulo no le han dejado decir ni mú, puede ser una tontería, un malentendido, “una chuminá” que diría un amigo sevillano- actuamos de dos formas –qué básicos somos… por cierto esto no tiene distinción de géneros: luchar o correr. Si luchamos la cargamos con el otro/a (será cab….), si corremos, la cargamos con nosotros (si es que soy un imbécil…¡). 
    
   
Utilicemos las matemáticas (los de letras, intentadlo…) y contemos hasta 10


Lo dicho, para echarle una mano al lento pero sensato lóbulo, contemos hasta 10 –esto no es exacto, claro, si la amígdala tiene muy mala leche y el lóbulo que te han puesto de serie es diesel, cuenta hasta 100-. Porque si no, ante cualquier sensación de ataque, nuestro pronto se adelantará antes de que podamos actuar de forma consciente.
Mientras vamos contando 1, 2, 3, 4,… el lóbulo central va siendo consciente de las emociones, les pone nombre, siente cómo el corazón late más fuerte, como los músculos están tensos, se da cuenta de tu frustración, ira, ansiedad, mala h….. Y entonces, una vez que se ha despertado (repito, lóbulos diesel, contad hasta 100) nos recomendará su regla de oro: lo que te “te pida el cuerpo hacer, no lo hagas”. Porque no estarán eligiendo, estarás reaccionando. 
Sí, lo sé, esto es la teoría,  y cuando viene el jefe/a, marido/a, madre/o (aunque Bibi Aído/a ya no sea Ministra sino solo secretaría/o de estado/a para la/el igualdad, escribo así de correcto/a…) con ganas de “ball-touching”, es difícil, pero… es mejor que intentes cambiar el motor del coche del modo automático al manual o te estamparás.
 

Y a mí que c…. me pasa para ponerme así?
 
Dice el amigo Tony que muchas veces ni somos conscientes de que “tecla” nos ha tocado para saltar o huir. Pero que, de sus entrevistas con miles de personas (americanas, pero personas en definitiva), en la gran mayoría de los casos el origen de ponernos en el disparadero ha sido el sentirnos devaluados por las palabras o comportamientos de la otra persona. Dice que nuestra necesidad emocional básica es sentirnos seguros, sentirnos valorados, y cualquier estímulo en sentido contrario nos hace sentirnos amenazados, inseguros. Queremos que nos den cariñitos, no collejas.
(PARENTESIS INCISO-CONTUSO. Veamos nuestros trabajos. En estos tiempos de peligro-oportunidad que llaman crisis –mi amigo sevillano lo llama “ezo”-, se producen escenas, situaciones entre compañeros que nunca se producirían en una situación de bonanza; cuando hay miedo o inseguridad a perder la silla, hacemos cosas feas, tenemos comportamientos poco honestos, reacciones incomprensibles que nunca tendríamos en una situación de estabilidad. Lo cual no las justifica porque los hay finos… y parece que juegan al juego de la silla en que en cada vuelta hay una menos. CIERRO PARENTESIS)
Esta necesidad de respecto es muy primaria y basada en el instinto de supervivencia, el más básico y animal de nuestros instintos. Porque, sin un sentimiento estable de seguridad, después de todo, qué nos queda? Quiénes somos? Una m…. diría alguno. Por mucho que aspiremos a sentirnos bien con nosotros mismos independientemente de lo que piensen los demás, ¡leches!, nuestra autoestima está profundamente influenciada por el grado de aceptación y reconocimiento de los demás. Y quien diga que no, que me lo cuente cómo lo hace.
Daniel Goleman, que hace unos quince o veinte años se hizo famoso (y rico) con su libro “Inteligencia emocional” del que cogí la idea pero fui incapaz de leer –y mira que me leo puros habanos…- más allá de la página 100, decía que “las amenazas a nuestra imagen ante los demás son casi tan potentes biológicamente como las de la propia supervivencia”. De todas las situaciones de tensión, el sentimiento de ser criticados es el que afecta más a nuestros cuerpos –la amígdala bate records de velocidad y deja al lóbulo pasmado con cara de koala- e, importante, afecta a nuestra capacidad de pensar y actuar con claridad. 
Dos americanos (siempre americanos¡) hicieron un estudio sobre no-se-cuantos-miles-americanos/as a los que sometieron a diferentes pruebas de tensión (me imagino a los investigadores, con cara perversa, pergeñando qué perrería aplicarles –luego se quejan de los cobayas-) y llegaron a la conclusión de que los niveles más elevados de cortisol – la fabricamos ante situaciones de emergencia para ayudarnos a enfrentarnos a problemas- se producen ante situaciones de amenaza a nuestro ser social –nuestro personaje en este “teatro del mundo” que es la vida: soy famoso, soy reconocido, soy bueno, soy listo, soy el jefe, soy de pueblo elegido “X”, soy fuerte, soy valiente, soy…- o amenazas a nuestro estatus, autoestima o aceptación social.
Curiosamente –ni el Doctor Bacterio tendría esa imaginación- midieron cómo una alarma escandalosa sonando a tope en el edificio subía sus niveles de cortisol pero bajaban a su nivel normal a los cuarenta minutos mientras que si lo que sentían amenazada era su autoestima el cortisol no bajaba hasta la hora y media. Estos sádicos científicos americanos no lo dicen pero supongo que esos tres cuartos de hora extra será el tiempo que estamos jurando en arameo, repasando la familia del que nos ha “atacado”, ideando alternativas para devolvérsela,… e incluso explicará porque incluso la crítica más constructiva nos afecta tanto y casi siempre tiene un efecto contraproducente. Digo yo. Pero yo no soy científico, ni americano, ni hago perrerías de laboratorio (aunque alguna ya me gustaría hacer…), ni entiendo de esto. 
 

La manada, el equipo de fútbol, mi nación,… y, cómo no, la pirámide de Maslow
 

Hace ya muchos Lunes con Sol presenté a Maslow y su pirámide. Este hombre tan citado como interesante (también recomendado para quedar bien en comidas de familia ante el cuñado listo que hay en toda familia) decía, simplificando mucho, mucho, mucho, que los hombres (y las mujeres)
 

primero, satisfacemos nuestras necesidades más básicas (respirar, comer, descansar y … reproducirnos),
 

en el segundo nivel, tratamos de cubrir nuestras necesidades de seguridad (salud, dinero, y amor -que decía la canción- y una chocita –mejor si pisito amueblado-);
 

en el tercer nivel, llega la necesidad de pertenencia al grupo (a veces manada, a veces rebaño, a veces tribu, a veces pueblo elegido,…) en el que sentirse aceptado (pero sin destacar ni parecer diferente que si no nos echan…);
 

ya en el cuarto, insaciables, empezamos a ponernos más caprichositos -“que si quiero que me reconozcan, que si quiero éxito, que si quiero respeto,…” y la vida se nos empieza a complicar.
 

Y, en la azotea, inspirados por las estrellas, para seguir desarrollándonos se nos ocurre auto-realizarnos,… buscarle sentido a la vida,… trascender… ser creativos… ¡quién nos mandará subir a la azotea¡ Cierto, es la parte más bonita y apasionante de la casa, pero te da unos disgustos…
 

Nos quedamos en el tercer piso porque nos cuenta Tony que otros dos investigadores (también americanos –yo de mayor quiero ser investigador americano y dedicarme a estudiar estas cosas tan entretenidas y apasionantes-) decidieron buscar evidencias de que efectivamente teníamos esa tremenda necesidad de pertenencia. ¡Y mira tú, que salió que sí!. Llegaron a la conclusión de que Maslow, un tipo listo, tenía más razón que un santo, que diría mi abuelo: buena parte de las actuaciones de los seres humanos tienen como objetivo sentir que pertenecen a algo y que esa necesidad puede llegar a ser más fuerte que el comer-.
E

sto debe explicar lo de los nacionalismos, lo de los hinchas de fútbol, lo de las tribus urbanas,… Digo yo. Ellos dicen que “para un mamífero –y nosotros lo somos aunque nos suene a elefantes y ballenas- estar socialmente conectado a gente que te pueda cuidar es necesario para la supervivencia. Una conexión positiva con otras personas da un sentimiento de seguridad que es fundamental para que vivamos tranquilos, seamos eficientes. Cuanto más sentimos que nuestra valía está en peligro, más energía malgastamos en defendernos y menos nos queda para crear, para generar valor, para imaginar,…”.

Resumiendo, si estás acojonado, ¡vas a estar para tonterías¡.    
 

Tarea para el próximo Lunes (sí, sí, tarea)

Así que: 
cuando tu marido/a tenga un pronto/a,
compréndele/a, 
dile/a con todo tu cariño/a que le/la comprendes 
que sabes que tiene una amigdalitis de caballo/yegua, 
y mientras vas contando hasta 10, 100, 1000,… 
y haces spinning con tu lóbulo central 
antes de darle/a el sartenazo/a 
que, como mamífero/a desbocado/a que es, 
se merecería/o.


Ah¡ y acordaros, durante esta semana. Jugada ganada por las amígdalas, punto para “Amigdalitis FC”; jugada ganada por el lóbulo central, punto para “Lóbulos Athletic Club”. 
 
Las amigdalas juegan en casa, son rápidas, mortales al contrataque y no perdonan una oportunidad. Así que los lóbulos tendrán que ensayar jugadas de estrategia y no dejarse llevar por el juego sucio y bronco del contrario.
 

¡qué gane el mejor¡
 

con cariño, dnl  
 

10 de octubre de 2010

6. Entender y aprender del "enemigo"

Entender a los demás
Antes de juzgar a una persona, camina tres lunas con su calzado
Indios Sioux
Tendemos a mirar la vida y a interpretar a los demás con nuestras creencias y valores y experiencias que actúan como cristales que desfiguran la realidad.
“Tres sabios decidieron emprender un viaje porque, a pesar de ser tenidos como sabios en su país, eran lo bastante humildes para pensar que un viaje les serviría para ensanchar sus miras. 
Apenas habían pasado al país vecino divisaron un rascacielos a distancia. “¿Qué podría ser ese enorme objeto?” Se preguntaron. La respuesta más obvia habría sido: “Id allá, conocerlo, haced preguntas y averiguadlo”. 
Pero no: eso podía ser demasiado peligroso porque ¿y si aquella cosa explotaba cuando uno se acercaba? Era mucho más prudente decidir lo que era, antes de averiguarlo. Se expusieron diversas teorías; pero basándose en sus experiencias pasadas, las rechazaron todas. Por fin, y basándose en las mismas experiencias –que eran muy abundantes, por cierto, decidieron que el objeto en cuestión, fuera lo que fuera, solo podía haber sido puesto allí por gigantes.
Aquello les llevó a la conclusión de que sería más seguro evitar absolutamente aquel país. De manera que regresaron a su casa, un poco más sabios que antes, tras haber añadido una experiencia más a su ya dilatado cúmulo de experiencias”. 
Mis suposiciones (prejuicios, ideologías, equipos, colores, banderas,…) afectan a mi observación de las cosas (cómo veo a otra persona de otra raza, otra cultura,…). 
Mi observación engendra convencimiento (confirmo que tengo razón porque no solo lo pienso, sino que “¡¡es que no hay más que verle la pinta¡¡”); 
Mi convencimiento produce experiencia (ya sé cómo es esa gente; a mí me van a engañar; tengo clarísimo cómo hay que tratarles); 
Mi experiencia crea comportamiento (les trato como merecen porque es lo que me dicta mi percepción y mi sabia experiencia); 
Y Mi comportamiento, a su vez, confirma mis suposiciones (¡¡si ya lo decía yo!!). 
Y volvemos a empezar el círculo, cada vez más vicioso 
(como los sabios del cuento, pensando que cada vez somos más sabios).
Para lograr acercarme a la otra persona (a ese rascacielos inquietante hecho por gigantes), tengo que querer hacerlo y hacerlo desde el corazón, sin prejuicios, sin miedo (que, en el fondo, es lo que tengo) a que me cuestionen mis certezas, a que descubra que hay otros puntos de vista, a que me complique la vida con lo ordenada que la tengo.
Dejar actuar a la persona que nos une a la otra persona (no al personaje que teme o rechaza al extraño, el personaje que nos separa) requiere valentía, acercarse, escuchar, preguntar, aprender, cómo es, qué siente, porqué… Conocerle de verdad, no de oídas (como hicieron los sabios). 
Es la única manera: acercarnos y hacerlo aceptándole tal y como es (no como le gustaría mi personaje que fuera), con sus limitaciones, con sus necesidades, con sus peculiaridades, respetando lo que no conocemos, buscando lo que nos une y no lo que dicen otros que nos separa. 
El  peor de “los otros”, el enemigo: ¿un regalo?
Reescribo unos apuntes que tenía de un libro-entrevista al Dalai Lama que leí hace mucho tiempo pero que “buscando en el baúl de los recuerdos, uuuuuhh¡¡” encontré hace poco: 
“Vengarse no es sino crear un círculo vicioso. La otra persona no lo va a aceptar y, entonces, la cadena de venganzas es interminable. Ambas partes dejan de ver, la ira les ciega, sufren, su vida se envenena… 
…son muy importantes las actitudes adoptadas ante nuestros enemigos o adversarios. Si se aprende a ser paciente y tolerante con los enemigos, todo lo demás resulta mucho más fácil, y la compasión fluye con naturalidad.
… No hay fortaleza similar a la paciencia, no hay peor aflicción que el odio. Por ello, no ahorremos esfuerzos en eliminar el odio al enemigo y aprovechar el enfrentamiento como una oportunidad para intensificar la práctica de la paciencia y la tolerancia.
Sin el enemigo no puede surgir la paciencia o la tolerancia. Normalmente nuestros amigos no nos ponen a prueba ni nos ofrecen la oportunidad de cultivar la paciencia. Eso es algo que sólo pueden hacer los enemigos.
Así que, desde este punto de vista, debemos considerar a nuestro enemigo un gran maestro y reverenciarlo incluso por habernos  proporcionado esa preciosa oportunidad”.
¡!Im – prezionante¡¡ (J. de Ubrique, poeta y matador o viceversa)
Lo más fácil es dejarme guiar por mi personaje, lo tengo aprendido, de memoria y lo he practicado infinidad de veces. Y que ve al otro como un peligro. Pero las personas ven a los otros como oportunidades, quieren entenderse, ponerse en el lugar del otro, saber más de ellos. Es fácil respetar aquello con lo que estás de acuerdo (frase de alabanza típica sobre del muerto: “era amigo de sus amigos” –no parece mucho mérito, pero algo hay que decir-). Es mucho más difícil respetar lo que contradice mi programación cultural 
No se trata ni siquiera de comprender a la otra persona con razonamientos de nuestra cabeza que busca y utiliza lo que encuentra en su biblioteca de lemas, prejuicios, frases hechas, cosas aprendidas, la verdad, su verdad, que es la verdad verdadera. La única. 
¡¡cómo puede alguien disfrazado con túnica y boina blanca, que vive en un paraíso fiscal, rodeado de lujo, en el centro de la moderna Europa, proclamarse infalible¡¡
Es más difícil y pero también más estar dispuesto a que las diferencias que veo me hagan cuestionarme mi propio punto de vista, sacar algunos libros inservibles, rancios, de mi biblioteca. Ser consciente de que toda esa biblioteca que llena mi cabeza, no es sino una de las millones de posibles bibliotecas que podía haberme creado. Que no es la única y verdadera. Que puedo escuchar y decidir quitar algunos libros míos y poner los que me ofrece ese otro, diferente a mí.
Quien fuera quien nos inventó, nos puso solo una boca para hablar y criticar poco y dos orejas para escuchar mucho y atentamente. 
¡Tú primero¡ 
“Dos hermanos vivieron juntos felices y en armonía en granjas separadas y colindantes pero un día tuvieron un problema y se enfadaron. Comenzó con un pequeño malentendido pero fue creciendo hasta que explotó en un intercambio de palabras más fuertes seguido de semanas de silencio.
Pasaron los meses y los años y siguieron sin hablarse ya que ambos tenían serias razones para no hablar al otro. 
Una mañana llegó un hombre con herramientas de carpintero y pidió trabajo a uno de los hermanos. Este amablemente le dio la bienvenida y le dijo que le venía magníficamente bien su presencia. Su vecino, su hermano, había desviado el cauce del río para que separara de forma clara los lindes de las fincas y, el, para no ser menos, quería encargarle que construyera una cerca de dos metros de alto. “¡No quiero verle nunca más¡” exclamó el granjero.
El carpintero escucho atentamente, le pidió ayuda al labrador para que le ayudara a apilar el material y éste aprovecho el día para irse al pueblo a por provisiones. Ya anocheciendo, el labrador llegó a su casa y se quedó sorprendido al ver que el carpintero, lejos de hacer la cerca solicitada había construido un bello puente de madera con pasamanos que permitía el paso entre fincas. Miró por todas partes si ver rastro del desobediente carpintero. 
En ese momento, llegó su hermano menor, llorando de emoción y abrazando a su hermano mayor le dijo: “Eres una gran persona, mira que construir este hermoso puente después de lo que yo había hecho con el río…”. El hermano mayor, también emocionado buscó con la mirada al sabio carpintero pero lo único que vio fue una sombra que se perdía al final del camino, una silueta sobre el fondo de la luna”.
En aquel libro entrevista decía el Dalai Lama que “si te acercas a los demás con disposición compasiva, reduces tus temores lo que te permite una mayor apertura. Creas un ambiente positivo y amistoso. Aunque el otro no se muestre afable o no responda de forma positiva, al menos te has abierto a él con una actitud abierta, has dejado una puerta entreabierta,…”.
Creo que esperamos que sean los otros quienes actúen primero de forma positiva, que se rindan que reconozcan su error, en lugar de tomar la iniciativa de crear esa posibilidad. 
“En la guerra de las dos coreas, se encontraron en la tupido bosque dos personas armadas, una de cada bando. Al verse frente a frente, uno preguntó al otro “¿Eres coreano?”. “Sí, claro” respondió el otro. “Pero de qué Corea, la del Norte o la del Sur”. El otro, respondió “!!!Dí tu primero¡¡¡ 
dos personajes o una persona
Cuando entendemos las necesidades y los sentimientos de los demás, es cuando vemos que somos iguales. No ante la ley, que no lo somos, ni al nacer que tampoco lo somos (somos iguales hasta que nacemos). Somos iguales cuando hablamos con y como iguales, como personas que escuchan, que comparten sentimientos, inquietudes, anhelos, errores, miedos, ilusiones,… Además esas personas se unen para siempre porque el lazo, invisible, no está hecho de oro, de alabanzas, de miedos,… sino de comunicación “5 estrellas”.
Dejo de ser yo, mi personaje; dejas de ser tu, tu personaje, y pasamos a ser nosotros, dos personas muy muy semejantes, con muchas muchas cosas en común. Y en esos momentos hay algo que te hace sentir que no somos dos, que somos uno. Y no pasa con personas que ves y con las que hablas todos los días y sí pasa de repente con alguien que no veías hace tiempo o que acabas de conocer. 
La chispa invisible que conecta dos personas sin armadura salta y acerca.
dnl